Los 7 pasos rápidos para desarrollar hábitos positivos en casa
¡Suena el despertador y aún no ha amanecido! Siendo padres de familia de “estos tiempos” que con frecuencia decidimos irnos a la cama bien tarde la noche anterior, a esas horas y todavía medio dormidos, nos esforzamos por recordar la razón para haber puesto la alarma ¡a esa hora! Pasan unos segundos y recuerdas: las niñas tienen que ir a la escuela y por alguna extraña razón (en otra publicación hablaremos de ese tema) su hora de entrada es hasta cierto punto inhumana.
Era mi responsabilidad la tarea: hacer que nuestra hija menor se ponga en pie, vaya al baño y se vista para ir a clases. No lo puedo negar, tan temprano y todavía medio dormido, lo último que yo quería era empezar la mañana con un mal rato. El proceso me generaba temor, y si por mi fuera… sería algo que lo evitaría en otras circunstancias. Ella con justa razón se quejaba por ser despertada cuando todavía le faltaban horas de sueño, y yo con la presión de cumplir con el horario. Los llantos y los disgustos eran frecuentes. El tiempo quedaba corto y todos pasábamos un mal rato.
Algo que estoy seguro nos ayudó mucho es que acudimos con frecuencia por ayuda profesional cuando las cosas no andaban muy bien. En una consulta con la terapeuta infantil le explicábamos sobre algunos problemas de conducta que teníamos en casa. Y entonces llegó la pregunta: “¿a qué hora está yendo a dormir la niña?” Pues… a veces a las 9, otras a las 10, algunos días a las 11, dijimos. Muy bien, algo tan complejo como el mal comportamiento de una hija tenía mucho que ver con este simple hecho: la niña debe dormir más horas, dijo la consejera. Siendo fija la hora de despertarse en las mañanas, si queríamos lograr el objetivo, la solución era obvia: tenía que ir a la cama más temprano, y no solo eso, “tenía que ir siempre a dormir a la misma hora”.
La realidad es que en casa habíamos generado algunos hábitos positivos, pero para mí (quizá los caballeros somos un poco menos conscientes de ciertas cosas que nuestras esposas ya están haciendo acertadamente) ser uno de los actores principales en el proceso estaba siendo todo un descubrimiento.
Y es que cuando hablamos de hábitos en el hogar, los padres tendemos a pensar que son nuestros hijos quienes tienen que “aprender” nuevos hábitos positivos, cuando la realidad es que somos los adultos los primeros que debemos desarrollar nuevas rutinas para luego incorporar a ellas a nuestros hijos. ¿O acaso no es cierto que el desorden de nuestros hijos es con frecuencia una normal adaptación al desorden que nosotros los padres mantenemos?
Somos los padres quienes repetidamente cambiamos la forma de hacer las cosas, a conveniencia, adaptando los horarios y las rutinas según un día-a-día cambiante, bajo la justificación de ser “flexibles” (como si eso de ser flexibles siempre fuese algo bueno). Cuando nuestros hijos son pequeños, esa plasticidad se convierte en fuente de inseguridad y miedo, y con eso los comportamientos negativos generalmente aparecen.
“La hora de ir a dormir será las 9:30 pm” Los primeros en ajustar sus horarios seríamos papá y mamá. Tomaríamos turnos para llevar a la hija mejor a la cama, leer un cuento y dar el beso de buenas noches, saltando un día cada uno. Una vez comprometidos, era hora de comunicarlo a las niñas (en plural porque la rutina también la aplicamos a nuestra hija mayor, una hora más tarde por su edad, con beso de buenas noches, pero sin cuento, ella prefiere leer por cuenta propia). Luego, hacer que ocurra. Al principio, un poco de incomodidad y resistencia. Al final, un alivio cuando todos sabemos que esto parte de nuestra rutina. Pasando un día era mi turno de llevar a la niña a dormir, el día siguiente el turno era de Faby, y yo podía usar ese tiempo para otras actividades. En adelante así organizaríamos la agenda nocturna. Nada de discusiones ni negociaciones, todos sabemos lo que hay que hacer, y estamos listos para casos especiales en los que necesitamos cambiar el turno y pedir apoyo. La rutina de la mañana siguiente también se convirtió en un hábito. Nuestras hijas se despiertan solas, se asean solas, se visten solas, va a tomar desayuno ¡por sí solas! Suena fácil, ¿cierto? ¡Lo es!, y ustedes lo pueden hacer también.
Como padre que ha vivido el proceso me permito contarles: es completamente diferente la vida de padre cuando hay buenos hábitos en casa a cuando no los hay. Cuando hay hábitos hay armonía. Sientes que las cosas simplemente ¡funcionan! Los buenos hábitos adquiridos son ese marco de referencia que nos permiten funcionar a padres e hijos de una manera en que sabes qué esperar uno del otro. Hay menos desgaste, pocas discusiones. Las excepciones pueden existir, pero en general, ya sabes con anticipación lo que va a pasar, aunque papá o mamá no estén para “asegurarse que así sea”. Y esta tranquilidad no es solo para los padres. Es también para nuestros hijos que ahora se sienten más seguros y hacen las cosas, no por obligación, sino porque saben que eso es lo mejor para todos. Ese tiempo y energía que antes se perdían a diario en discusiones y dinámicas corrosivas, ahora se pueden
aprovechar para cultivar relaciones más satisfactorias en casa.
A continuación les comparto los 7 sencillos pasos que resumen el proceso para acelerar el desarrollo de nuevos hábitos positivos.
- Identificar el verdadero problema y el objetivo.
Puede ser mal comportamiento por falta de horas de sueño, o una desconexión entre los miembros del hogar por el abuso de los equipos electrónicos, o mal desempeño escolar por falta de atención. Según sea tu caso, no pienses que lo primero que ves es siempre el único problema. Debes detenerte y revisar qué hay debajo. Una vez identificado el problema real, define tus objetivos últimos: hijos más seguros y felices, una mayor conexión en el hogar, un mejor desempeño en la escuela.
- Hacer un compromiso firme de cambio para estar mejor
Papá y mamá (juntos) deben revisar lo que puede estar pasando. Muchas veces es bueno pedir ayuda profesional. Y convencidos de la necesidad de cambio deben comprometerse primero en pareja en llevar a cabo y mantener los cambios que, como adultos responsables, definan que son necesarios en casa.
- Los primeros en cambiar debemos ser los adultos
Puede ser un cambio y la regularización de los horarios, el orden de hacer las cosas, la forma en que nos comunicamos (asertivamente, con respeto y consideración), lo que está o no está permitido en casa. La lista puede ser larga, pero mi consejo es que si quieren ser más efectivos trabajen un solo hábito a la vez, y que seamos los padres quienes demos el ejemplo y creemos el ambiente adecuado para que nuestros hijos enseguida se adapten generando su propio hábito duradero compatible y correspondiente. Esto incluye también a los otros adultos que pudiesen haber en casa (abuelos, tíos, hermanos mayores)
- Generar acuerdos
Voy a tratar de ser claro: esto no es una “negociación”. Estamos hablando del bien de todos y somos los padres quienes debemos guiar a nuestros hijos y generar los acuerdos necesarios. Mantengamos presentes los sentimientos y opiniones de nuestros hijos, pero en última instancia es nuestra responsabilidad exponer la realidad actual y definir la necesidad de un cambio para bien de todos. Si lo hacemos con amor y respeto, el resultado será que nuestros hijos acojan nuestra propuesta y lleguemos a acuerdos que todos podamos entender y mantener. Los padres tenemos la responsabilidad de proponer con claridad los cambios que hemos definido necesarios y que todos podamos cumplir. Debe quedar claro qué parte del cambio es responsabilidad del adulto y qué parte es responsabilidad del menor.
- Ponerse en acción
Si necesitan, póngalo por escrito. Es importante que el compromiso sea claro. Al momento de hacerlo, es importante la consistencia y el cumplimiento puntual del acuerdo. Recuerda que es hora de generar ese marco de referencia que todos tengamos como algo seguro, algo que sabemos va a ocurrir, como la salida y la puesta del sol. Yo tuve que ponerme alarmas en el celular que me recuerden con anticipación mi compromiso. A las 9:15 pm sonaba la alarma. Si queríamos ir a dormir a tiempo entonces era hora de ponerse pijama y lavarse los dientes. En caso que hubiese resistencia, recordábamos el acuerdo. Era momento de ser buenos padres y mantenernos firmes con mucho cariño. Un abrazo y un beso hacían el resto
- Mantener, corregir y reforzar.
Dicen algunos expertos que en un promedio de 30 días de repetición un ser humano puede adaptarse a un nuevo hábito de manera duradera. Al principio puede que las cosas no funcionen tan bien. La clave es la persistencia, nos atrevemos a decir que un mes de repetición habrá logrado el objetivo, de manera que esto sea algo automático en adelante. Si por alguna razón el proceso no es perfecto, no se den por vencidos, corrijan y refuercen. Pero sobre todo manténganse firmes en el objetivo. Recuerden que si no está funcionando, es responsabilidad de los adultos revisar los acuerdos, ver donde estamos fallando, corregir, pero sobretodo, persistir.
- Mantener el objetivo a largo plazo
Luego de los primeros 30 días es muy probable que hasta nos hayamos olvidado del problema original. Mas es importante que el hábito adquirido se mantenga, así podrás desarrollar otras rutinas que nos den a todos más libertad, más seguridad, más felicidad.
Si sientes que es hora de hacer cambios, no dejes de tomar la oportunidad de darles a tus hijos la seguridad que les ayudará a ser más felices y juntos vivir en un ambiente más relajado y alegre.
Déjanos saber tus comentarios, y consultas sobre este tema. Estaremos gustosos de responder.